Cómo se gestó LA TABARRA
marzo 2017

El emplazamiento es inmejorable: un bajo comercial en un bloque de viviendas de nueva construcción situado en la histórica plaza de San Pedro. Un lugar envidiable históricamente ligado a la iglesia del siglo XVII y, sobre todo, al constante latir urbano de la vecina Plaza de las Flores, centro neurálgico de la gastronomía murciana.

 

Plaza de San Pedro y Plaza de las Flores

El local, que ocupa todo el zócalo del nuevo edificio, se presenta a través de una complicada configuración espacial fruto de las discontinuidades que generan tanto el portal de acceso a las viviendas, como el ascensor para el garaje en planta sótano. Un gran reto espacial para un local fragmentado de apenas 100 m2.

 

La idea principal del proyecto gira alrededor de la disolución de los límites entre la plaza y el espacio interior. Los lugares de estancia para los clientes se conciben como continuación del espacio público. El restaurante se apropia de una parte de la ciudad mediante varias estrategias. La continuidad del pavimento de la plaza en el interior del local o la colocación de una carpintería desplegable de grandes dimensiones que libera al cerramiento, potencian la relación interior – exterior en el proyecto.

 

El arquitecto austriaco Adolf Loos nos enseñó en su proyecto American Bar como duplicar un pequeño espacio a través de ilusiones ópticas. La fachada de la iglesia de San Pedro se refleja de manera oblicua en el interior del local gracias a la presencia de un gran espejo situado al fondo del salón, que a la vez multiplica la sensación espacial dentro del restaurante.

 

 

Reflejo de la iglesia en el interior

 

El zócalo del edificio nos sirve de telón de fondo para la composición de la fachada. La modulación horizontal del aplacado blanco sirve de pauta para el “tamiz plegable” diseñado. Un sistema de travesaños metálicos horizontales ocupa la totalidad de los huecos y completan el ritmo de la parte inferior del edificio. Los huecos se ejecutan mediante un sistema de puertas elevables contrapesadas con la doble función de servir de toldo para la generación de sombra en el interior y, para una vez cerrado el local, volver a completar el rítmico tamiz. Los travesaños de la fachada tienen su continuidad en el interior a través de unas lamas interiores que conforman todos los falsos techos del local.

 

 

Integración cromática

 

En los últimos años han proliferado en exceso la presencia de terrazas y toldos para cubrición en las plazas de la ciudad, convirtiéndose en un factor sistemático de cercamiento del espacio público. El diseño de puertas elevables integrado en la fachada del proyecto genera sombra a las mesas exteriores, a la vez que, mediante unos enganches integrados, permite la posibilidad de añadir un material textil que proteja en caso de lluvia.

 

 

 

Disolución de los límites entre la plaza y el interior

 

La coloración de la fachada continúa con la intención de ser respetuoso con un proyecto enclavado en el corazón del Plan Especial del Conjunto Histórico Artístico de Murcia. Mediante un tratamiento de oxidación se consigue que la nueva fachada tenga la misma tonalidad que el resto de carpinterías del edificio de viviendas, consiguiendo de esta forma un armonioso equilibrio compositivo.

 

El proyecto presenta situaciones dicotómicas en el tratamiento material de los distintos espacios. La continuidad en la dirección interior-exterior presente en pavimentos, fachada y falsos techos, se opone a las discontinuidades que aparecen entre los distintos programas interiores. El acceso al local interior posee otro pavimento distinto al del salón y la plaza, y distinto a su vez al de la cocina. La relación entre el salón principal y el corredor de acceso y servicio se establece mediante unas cuerdas que independizan y tamizan conceptualmente ambos espacios. Estas discontinuidades materiales y programáticas dotan al proyecto de interiorismo de un carácter complejo y exclusivo.

 

 


Trabajamos desde el principio con la idea de “domesticación” del comercio como recurso para que el propietario pueda establecer una cercanía con el cliente, no únicamente desde el servicio o el producto que se va a consumir, sino desde el espacio en el que este se ofrece. La iluminación mediante un bosque de bombillas descolgadas de diferentes tamaños configura un ambiente cálido y relajante. El local esta amueblado mediante diseños personalizados que invitan a comer cómodamente, charlar, leer o pasar un buen rato en un lugar cercano y amigable.

 

 

 

Diseño de mobiliario

 

La Huerta de Murcia será el principal proveedor de los alimentos que se sirvan en el nuevo restaurante. Mediante unos jardines verticales interiores se pretende simbolizar y contrastar la tradición vernácula murciana con el carácter urbano y cosmopolita del proyecto.

 

 

Jardín vertical interior

 

Como han podido comprobar, hemos disfrutado y aprendido muchísimo con La Tabarra; En este proyecto hemos ido tallando el interiorismo como si de un artesano se tratara. “Handmade Design” es un concepto con el que desde Fáctica nos identificamos mucho. Proyectar de forma artesanal cuidando los detalles, estudiando los materiales y sus posibilidades de combinación con el objetivo de crear algo único y exclusivo ha sido de nuevo nuestro mayor propósito.